¿La conexión telefónica desde el más allá?


Una anciana viuda recibía cada año, en el aniversario de la muerte de su marido, una llamada muda. Ningún ruido, ninguna voz, solo silencio. El número no se podía rastrear. La compañía telefónica no podía registrar ninguna llamada a esa hora.

Para la mujer no era un fantasma, sino un consuelo. Creía que su difunto marido se comunicaba a su manera. Después de su propia muerte, las llamadas cesaron. Los amigos cuentan que siempre estaba sentada, lista, con una taza de té, esperando el suave timbre.

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