La bala del destino: Dos muertos, un proyectil
En la Guerra Civil Estadounidense, un soldado fue alcanzado mortalmente. Su camarada recogió la bala, la hizo dorar y se la regaló al hijo del caído como un macabro recuerdo. El proyectil se conservó como reliquia familiar, un testigo silencioso de la guerra.
Décadas después, el nieto visitó una exposición donde se presentaba la bala. En un accidente, se cayó de su vitrina y lo golpeó mortalmente en la cabeza. Dos vidas, una bala, conectadas a través de generaciones. Los historiadores hablan de un círculo del destino casi incomprensible.
Advertisements
Advertisements