Para llegar a fin de mes, Elara le daba a varios trabajos, sin parar ni un segundo mientras saltaba de una tarea a otra. De día, hacía de camarera, y de noche, limpiaba oficinas. Sus hijos le preguntaban a menudo: “Mami, ¿cuándo vas a llegar a casa?”. Ella respondía: “Enseguida, mis amores”, con la voz cansada pero llena de garra.
A pesar de tener poco apoyo de amigos y familia, el amor de Elara por sus hijos la mantenía a flote. A pesar de tener tan poco, sus hijos siempre sentían su amor incondicional, sin dudar jamás de que eran lo más importante para ella.
Advertisements
Advertisements