Julián no lograba entender cómo sus hijos podían tener la piel oscura cuando tanto él como Elara eran claramente caucásicos. Cuanto más lo pensaba, más confundido y frustrado se sentía.

Pasó incontables noches tratando de encontrar una explicación lógica, considerando cada posibilidad: desde errores médicos hasta confusiones en el hospital. Pero a medida que pasaban los días, una creciente sospecha sobre la lealtad de Elara comenzó a carcomerlo, plantando dudas que solo se intensificarían con el tiempo.

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