Declarando el Caso Equivocado
La incredulidad en el rostro de Steve rápidamente se convirtió en pánico. “¡Eso no fue una confesión!”, gritó, con la voz temblorosa. “¡Solo estábamos hablando!” Recorrió la habitación con la mirada, buscando algún tipo de compasión, pero solo encontró extraños y observadores silenciosos.
Su voz se hizo más fuerte, resonando en las paredes. “¡No pueden arrestarme por una conversación!”, protestó, con la desesperación aumentando con cada palabra. Pero nadie se movió para ayudar. En el momento en que intentó restar importancia a sus palabras, estas solo parecieron más incriminatorias en contraste.
Advertisements
Advertisements