La Rendición Final
Sin ningún lugar adonde huir y con la negación dejando de ser una opción, Steve se desplomó. Sus hombros cayeron mientras susurraba: “Está bien, está bien… Lo hice”. Su voz temblaba de remordimiento, la adrenalina desvaneciéndose en resignación. Se acabó, y él lo sabía.
Miró a Melissa con ojos llenos de arrepentimiento. “Tomé el anillo, pensando que cambiaría todo entre nosotros”, admitió. Pero Melissa no le ofreció consuelo, solo una mirada fija de decepción. La ilusión a la que se había aferrado estaba rota sin posibilidad de reparación.
Advertisements
Advertisements