No se arrepintió de haber venido al partido

Un visitante de Oriente Medio no puede dejar de mirar a una mujer con ropa reveladora que pasa por allí, incluso tomando varias fotos para capturar el momento. El contraste cultural de su tierra natal parece despertar su curiosidad, pero un recordatorio importante: fotografiar a extraños sin su consentimiento cruza los límites del respeto y la privacidad.

Las diferencias culturales no justifican la falta de respeto hacia los demás. Podría disfrutar respetuosamente de su entorno, o aprender que la belleza se aprecia mejor sin una cámara. Una lección oportuna en nuestra era digital: la curiosidad nunca debe anular el respeto básico.

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