Era audaz


Sin una pizca de vacilación, la chica se subió a la camioneta, con una expresión serena e intrépida. Lo saludó alegremente, como si pedir un aventón a un desconocido fuera lo más natural del mundo. “Buenas tardes”, dijo con una sonrisa radiante. Carter parpadeó sorprendido antes de responder, con la voz teñida de confusión. “Eh… hola”. No esperaba que ella estuviera tan tranquila.

Sin querer incomodarla, mantuvo a raya su curiosidad y le preguntó con naturalidad: “¿A dónde te diriges?”. La chica recitó una dirección, y Carter se dio cuenta rápidamente de que estaba a casi una hora en la dirección opuesta a donde realmente necesitaba ir. Podría haber rechazado la petición, pero algo en ella le hizo dejar de lado sus planes. Con un pequeño suspiro, agarró el volante y se decidió: la llevaría allí.

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