En el campo de rugby, se desarrolló una escena que se parecía más a una comedia de enredos que a una competición. Nuestro valiente guerrero del rugby, impulsado por una ambición inquebrantable, apuntó resueltamente a la pelota, pero en su lugar, ¡zas!, enganchó los pantalones de su compañero de equipo. Como un mago sacando un conejo de su chistera, dejó al descubierto el trasero de su infortunado compañero.
El público se echó a reír a carcajadas mientras la víctima, mostrando el pompis, intentaba recuperar rápidamente su dignidad perdida. ¡Se podría decir que el rugby tiene el potencial de ofrecer mucho más que mero entretenimiento deportivo! ¡Menudo show!
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