Cuando la moda se encuentra con la compra de comestibles: una historia con moraleja

En los pasillos donde el papel higiénico se encuentra con los tomates, dos compradores redefinen el “viernes casual”. Una luce un vestido rojo fuego tan atrevido que hasta los guisantes congelados murmuran “drama queen”; su carrito de compras se convierte en una pasarela, navegando por los descuentos en lácteos con precisión de modelo.

Mientras tanto, su vecina evoca las vibraciones de un bar clandestino de los años 20 con medias de rejilla, ejecutando un estiramiento que desafía la gravedad digno del Circo del Sol para agarrar esa salsa de aguacate de $1.88. ¿Quién iba a decir que ir de compras requería un corpiño y equilibrio? Los seguidores de Instagram de la sección de lácteos acaban de dispararse, mientras que el encargado de la sección de frutas y verduras juzga en silencio las etiquetas de precio envueltas en lechuga.

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