Monte Ruffmore


¿Cómo demonios consiguieron que los perros se quedaran quietos el tiempo suficiente para esta obra maestra? Nunca lo sabremos. Pero lo que sí sabemos es que esta foto de cuatro perritos enterrados hasta el cuello en la arena, ahí tranquilos, es un clásico instantáneo.

La coordinación. Las expresiones. El caos adorable. Esta foto se merece estar enmarcada en cada entrada de playa como ejemplo de la máxima felicidad perruna (o, como dirían algunos, “doggo joy”).

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