Simuladores de Equitación
¿Para qué salir a montar un caballo de verdad si puedes rebotar violentamente en uno falso en interiores? En la década de 1970, los simuladores mecánicos de equitación prometían fortalecer el core y las piernas imitando el movimiento ecuestre. Te sentabas a horcajadas en un asiento con forma de silla de montar que se movía con movimientos erráticos y de corcoveo.
Lejos de ser elegantes, estas máquinas a menudo dejaban a los usuarios con náuseas o los arrojaban al suelo. Sus movimientos bruscos no estaban precisamente “dirigidos al core” y eran más propensos a causar latigazo cervical que abdominales de tableta. En todo caso, te daban mareo y el orgullo herido, justo como caerse de un caballo de verdad, pero sin el aire fresco.
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