En algunas partes de Japón y el Sudeste Asiático, tener los dientes negros era considerado el summum de la belleza. La gente se los teñía con un barniz especial que, además de darles ese color, actuaba como conservante, previniendo la caries y el deterioro.

Aunque a los ojos modernos pueda parecer raro o incluso dar un poco de yuyu, los dientes ennegrecidos simbolizaban salud, elegancia y madurez. Esta costumbre, aunque ya casi no se ve, todavía se mantiene viva en algunas comunidades que siguen valorando esta práctica tan singular.

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