25. James K. Polk –Puntuación de CI: 130.2

Décadas antes de convertirse en el 25º presidente de Estados Unidos (1897-1901), William McKinley se curtió como un joven oficial de la Unión bajo el futuro presidente Rutherford B. Hayes durante la Guerra Civil, demostrando que la mentoría puede literalmente moldear la historia. Su vínculo, forjado en el caos de la guerra, evolucionó hasta convertirse en un dúo de poder político. Hayes, más tarde el 19º presidente, se convirtió en el trampolín profesional de McKinley, ofreciéndole una guía que transformó al ambicioso soldado en un estratega legislativo y, finalmente, en comandante en jefe. ¡Hablemos de objetivos de networking: esta línea de aprendiz a maestro produjodosresidentes de la Oficina Oval!


Como presidente, McKinley aprovechó las lecciones de pragmatismo de Hayes para conducir a la nación a una nueva era. Su administración impulsó la economía a través de aranceles protectores y políticas de patrón oro, mientras que las ambiciones imperiales se dispararon: la rápida victoria en la Guerra Hispanoamericana (1898) le reportó Puerto Rico, Guam y Filipinas, y anexó Hawái, una controvertida medida que expandió el alcance global de EE. UU. Sin embargo, su “presidencia de la prosperidad” encontró un sombrío final en 1901 cuando el anarquista Leon Czolgosz lo asesinó, truncando un mandato que combinó ambición, expansionismo y el poder silencioso de tener un mentor que ya había recorrido el camino. La historia recuerda a McKinley no solo por sus triunfos, sino por demostrar que los grandes líderes a menudo son forjados por grandes maestros.

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