Poder y Duda


Después de la llamada, me senté en silencio, abrumada por la emoción. Fue liberador y aterrador a la vez. Acababa de tomar el control de una manera que nunca antes había hecho. El miedo seguía ahí, pero estaba cubierto por algo más fuerte: una creciente sensación de coraje.

Una parte de mí cuestionó la decisión. ¿Estaba siendo impulsiva? ¿Esto se iba a descontrolar? Pero la parte de mí que había sido herida, traicionada y silenciada durante tanto tiempo finalmente estaba despierta. Este acto no lo arregló todo, pero me ayudó a respirar de nuevo, aunque solo fuera por un momento.

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