Resurreccionista (Profanador de tumbas)

En el pasado, las facultades de medicina sufrían una grave escasez de cadáveres, por lo que recurrieron a los “resurreccionistas”. Estos emprendedores audaces (e ilegales) desenterraban cuerpos recién sepultados y los vendían a laboratorios de anatomía al amparo de la noche.

El trabajo era espantoso y moralmente cuestionable. Las familias comenzaron a colocar jaulas (cajas de seguridad mortuorias) sobre las tumbas para evitar el robo. Algunos profanadores de tumbas se hicieron famosos, llegando incluso a cometer asesinatos para obtener cadáveres frescos. Con las nuevas leyes que permitían la donación legal de cuerpos, los resurreccionistas ya no eran necesarios, ni se les echó de menos.

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