Farolero
Antes de que la electricidad iluminara las calles de la ciudad, los faroleros eran vitales para la vida urbana, encendiendo y apagando las lámparas de gas todos los días. Su trabajo requería largas horas y resistencia física, a menudo subiendo escaleras en condiciones climáticas adversas para encender cada lámpara individualmente al anochecer y apagarlas al amanecer.
Además de los riesgos de caídas y quemaduras, los faroleros eran figuras queridas en el vecindario, a menudo reconocidos por los residentes mientras hacían sus rondas. Sin embargo, con la llegada de las farolas eléctricas, esta profesión poética pero peligrosa desapareció silenciosamente, dejando solo recuerdos nostálgicos de un pasado suavemente brillante.
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