Verdades sobre los cruceros que nos hicieron replantearnos nuestros planes de vacaciones
Subir al barco no es como desfilar por una alfombra roja
Los anuncios de cruceros pueden pintar el embarque como una experiencia glamurosa, pero la realidad se parece más a moverse por una terminal de aeropuerto abarrotada. Los pasajeros llegan en masa, cada uno arrastrando bolsas y rebosando anticipación, creando una escena más frenética que festiva. Las largas colas, la verificación de documentos y los empujones de la multitud pueden agotar rápidamente la emoción.
El muelle puede parecer el lugar perfecto para tomar esa primera selfie de vacaciones, pero no te entretengas, todo el mundo está demasiado concentrado en subir a bordo como para ofrecer mucha paciencia. Es posible que se lancen codazos y el espacio personal se convierta en un lujo que echarás de menos.
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