Dudas sin respuesta

Los trillizos sentían cada vez más curiosidad por su padre, y sus preguntas eran cada vez más difíciles de ignorar. “¿Por qué no tenemos un papá como los otros niños?”, preguntaron, y sus palabras inocentes pesaban mucho sobre Elara. Cada pregunta le atravesaba el corazón, haciéndola desear poder darles las respuestas que tan desesperadamente buscaban.

Elara a menudo se encontraba conteniendo las lágrimas, luchando por mantener la compostura. Con cada pregunta, su corazón se angustiaba más, pero respondía con un suave: “Simplemente no está aquí”. Anhelaba ofrecerles más, decirles la verdad, pero el miedo a revelar demasiado la frenaba.

Advertisements
Advertisements