3. La mascarilla fortalecedora facial
En la década de 1950, las mujeres usaban extrañas mascarillas de goma con correas diseñadas para “tonificar” los músculos faciales. Se parecían al aspecto de Hannibal Lecter, pero se comercializaban como algo glamuroso. Se les decía a las usuarias que las usaran durante 15 minutos al día para “luchar contra la gravedad y el envejecimiento”.
En cambio, estas cosas aterrorizaban a los niños, tensaban los matrimonios y probablemente creaban más arrugas por el puro horror de mirarse al espejo. ¿Envejecer con gracia? Claro. ¿Envejecer pareciendo un villano de ciencia ficción? No tanto.
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