7. La boquilla de cigarrillo con ventilador incorporado

¿Por qué sufrir el humo de segunda mano… cuando puedes soplarlo directamente a la cara de otras personas? Ese fue el espíritu de esta “innovación” de los años 50, una larga boquilla de cigarrillo con un pequeño ventilador eléctrico adjunto. Se suponía que absorbía el humo de los ojos del usuario. En cambio, por lo general, solo lo redirigía hacia cualquiera que estuviera cerca.

Los invitados a las fiestas lo odiaban, las mascotas estaban aterrorizadas por el zumbido del ventilador y las baterías se agotaban a mitad de la mayoría de los cigarrillos. Peor aún, si alguien encendía demasiado rápido, el ventilador podía esparcir ceniza caliente. El inventor afirmó que era “el futuro del tabaquismo elegante”. La historia, afortunadamente, no estuvo de acuerdo.

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