En el electrizante thriller de François Ozon, surge una fascinante incertidumbre sobre qué cautiva más al espectador: la trama ingeniosamente tejida con sus giros sorprendentes o la apariencia casi de cuento de hadas de Ludivine Sagnier.
En medio de esta incertidumbre, su bikini blanco y negro, mientras toma el sol junto a la piscina, parece casi insignificante, ya que la atención se la disputan la intrincada historia y la encantadora presencia de la actriz.
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