Heroína para la tos

En 1898, Bayer (sí, la compañía de la aspirina) lanzó la heroína como un supresor de la tos milagroso. Comercializado como un sustituto “no adictivo” de la morfina, se vendía en jarabe, pastillas e incluso remedios para niños. A los médicos les encantaba. Los pacientes se sentían eufóricos y sin dolor, y la gran farmacéutica tenía un producto de éxito.

Pero la verdad surgió rápidamente. La heroína se metaboliza en morfina en el cuerpo, lo que la hace intensamente adictiva. La dependencia se disparó, especialmente entre los usuarios desprevenidos que solo intentaban curar un dolor de garganta. En la década de 1920, los gobiernos comenzaron a regularla y Bayer retiró el producto. Sigue siendo uno de los errores más irónicos de la historia: una droga destinada a ayudar a las personas a respirar más fácilmente dejó a millones jadeando bajo el peso de la adicción.

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