Productos de belleza radioactivos

A principios del siglo XX, la radioactividad era la tendencia más candente, literalmente. Los productos que contenían radio o torio se vendían como curas milagrosas para la fatiga, el envejecimiento e incluso la impotencia. Cremas de belleza, pasta de dientes y tónicos como “Radithor” prometían rejuvenecer a los usuarios con la “energía del átomo”. Era glamuroso y científico, hasta que la gente empezó a morir.

Un caso infame involucró al industrial Eben Byers, quien bebió varias botellas de Radithor diariamente. Su mandíbula finalmente se cayó debido a la necrosis por radiación, y murió en agonía. Las “Chicas del Radio”, que pintaban las esferas de los relojes que brillaban en la oscuridad, lamían sus pinceles y sufrieron destinos horribles por envenenamiento interno por radiación. Estas tragedias obligaron a los gobiernos a comenzar a regular los bienes de consumo radiactivos, pero solo después de que muchas sonrisas brillantes se convirtieran en muertes horribles.

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