Todo el mundo quiere subirse al carro
Al principio, solo era una señora que quería hacerse una foto a caballito. Un amigo, vestido de azul, le estaba haciendo la foto, cuando un desconocido que pasaba en bicicleta vio la escena y preguntó: “¿Puedo unirme?”. Sin pensarlo mucho, ella respondió: “¡Claro que sí!”. El resultado fue una carcajada compartida y un momento de alegría para los tres.
Sus sonrisas lo dicen todo: esta podría ser la foto más conmovedora de un atardecer en la playa. Nos recuerda que un pequeño acto de bondad, sumado a un poco de espontaneidad, puede traer felicidad a un desconocido. A veces, en la vida, solo hay que decir: “¿Por qué no?”
Advertisements
Advertisements